Quienes me conocen ya saben a estas alturas que hace una semana me moví a vivir a una isla paradisíaca. He mostrado fotos y pensamientos de mi nueva vida, mostrando lo feliz que me siento de estar aquí. Sin embargo, si me conocen bien, saben que antes de venir ya estaba feliz, en ese tiempo, feliz de estar ahí, justo donde estaba.
Un amigo ayer bromeaba, tal como lo han hecho muchos en menos tono de broma, que ya se me pasará la emoción y llegaré a “cansarme de esta vida”. No podría estar en mas desacuerdo, ya que mi felicidad no es exactamente por estar en la isla, por la bella playa, por los atardeceres espectaculares o la tranquilidad que me rodea. Mi felicidad es por estar presente, por respirar el ahora, por estar aquí.
Cuando aprendí ese secreto, de vivir el ahora, de saborear el momento, aun sabiendo que todo pasará y no permitir angustia ni ansias ni estrés por eso, entonces pude realmente empezar a ser feliz.
Todos podemos llegar a disfrutar cada cosa que hacemos, cantar en la ducha, sonreír al conducir en el tráfico, disfrutar cocinar, ir por los niños a la escuela, o simplemente hacer nuestro trabajo, si nos concentramos en estar presentes abandonando toda anticipación, presunción o enojo y estar simplemente aquí.
Hay muchas razones por las cuales mi nueva vida podría no ser tan maravillosa. Estar lejos de seres queridos, dejar mi zona de confort, enfrentar miedos, hacer nuevas cosas, conocer gente nueva, encontrar nuevos retos, todo esto podrían ser suficientes razones para preocuparme y alejarme de mi felicidad.
Es una decisión personal cambiar todo esto por una atención dirigida y ser yo quien conduce mi estado interno.
Quizás envejezca en esta isla y en un tiempo este rodeado de mis seres queridos, y ese día de nuevo, como hoy, les contaré con una sonrisa que estoy Feliz de estar aquí.